viernes, 29 de noviembre de 2013

Bombón ahumado

El quirófano era la piedra angular, la columna que sustentaba la economía de ese hospital privado, todos los demás servicios anexos carecían de importancia. En esos anexos me encontraba yo concretamente en la unidad de medicina interna y pacientes terminales, apodada por los superenfermeros de quirófano la planta de los limpiaculos.
Los lunes, martes y jueves un enfermero limpiaculos se trasladaba parte de la mañana a reforzar quirófano. Y aquí pasaba igual que en el reino de los cielos: los últimos serán los primeros. Los últimos que llegaron serán los primeros que saldrán a reforzar quirófano.

Yo fui el último en llegar. Odiaba a muerte esos días de refuerzo: “estás  tonto, no sirves para estar aquí, necesitamos un refuerzo no un estorbo, el que vale vale y el que no a limpiar culos…”